domingo, diciembre 17, 2006

Asamblea Universitaria


LUNES 18/12 8:00 HS.


Movilicémonos al Congreso en defensa de la autonomía universitaria y contra la intervención del gobierno nacional:


- Por más presupuesto estatal. Por la desprivatización de la UBA.
- No a la LES ni a las acreditaciones de la CONEAU
- Por la democratización de los órganos de gobierno




El 18 de diciembre, tras cinco intentos frustrados, se pretenderá realizar la Asamblea Universitaria. En este caso el escenario elegido será el Congreso Nacional cedido por el gobierno de Kirchner y custodiado por la policía, violando ostensiblemente la autonomía universitaria. Con esto, se tratará de “normalizar” la situación de la UBA y poner fin a su “crisis” de funcionamiento. ¿Qué crisis? ¿La crisis radica en la imposibilidad de elegir un rector? Creemos que no.


La situación sumamente crítica que vive la universidad poco tiene que ver con su supuesta acefalía, sus causas son mucho más profundas y complejas. La verdadera crisis la percibimos cotidianamente quienes transitamos a diario la UBA Algunos de sus efectos más visibles son la descomunal cantidad de docentes ad-honorem (que en algunas facultades alcanzan casi la mitad de la planta docente), los míseros salarios de aquellos que perciben una renta por su trabajo y las penosas condiciones edilicias, consecuencias del sistemático ahogo presupuestario. De la mano del desfinanciamiento estatal sobrevino un creciente autofinanciamiento basado en la generación de recursos propios (aranceles, prestación de servicios, etc), que implicó un proceso de privatización -más o menos encubierta- y la dependencia cada vez mayor de recursos sobre los cuales la UBA no tiene poder de decisión.
¿Podemos entonces pensar que esta crisis se resuelve con la ilegítima elección de rector? Definitivamente no.


La semana pasada, el Consejo Superior debía reunirse en el Rectorado, pero una vez más no pudo hacerlo, debido a una nueva movilización de la FUBA, que además ocupó las tres sedes de la Facultad de Ingeniería (el escenario alternativo barajado por los consejeros en caso de ocurrir lo que efectivamente ocurrió). Sin embargo, "el consenso" decidió que el Consejo debía sesionar de cualquier manera para poder convocar la asamblea universitaria antes de fin de año, teniendo en cuenta lo insostenible que parece el acuerdo en caso de postergarse esta definición. Mientras el actual vicerrector, Aníbal Franco, suspendía la sesión en el rectorado, 23 consejeros superiores lo "desconocían" y secretamente, incurriendo otra vez en una clara ilegalidad, se reunían en una sede no estipulada como Farmacia y Bioquímica. Allí convocaron a la Asamblea para el 18 de diciembre casi por unanimidad, a la vez que aprobaron en tiempo record más de 500 expedientes que estaban en lista de espera.


El frágil acuerdo que sostiene la fórmula de consenso Hallú-Sorín está muy lejos de plantearse una verdadera transformación de la UBA, aunque presente su programa como una real posibilidad de cambio que recoge algunas de las demandas estudiantiles. Tenemos sobrados motivos para desconfiar de quienes permitieron la acreditación de algunas carreras ante la CONEAU, consintieron y fomentaron el proceso de mercantilización de la UBA, se beneficiaron con los negocios privados (curiosamente la secretaría de hacienda quedará en manos de los radicales), y se sometieron a las políticas educativas neoliberales. Por otro lado, la misma composición política de la fórmula -manifiestamente kirchnerista- evidencia que la UBA seguirá siendo permeable a la política del gobierno, que en materia educativa continúa siendo (a pesar de un discurso de ruptura con los ’90) de claro corte neoliberal.


Resulta realmente significativa la intervención del gobierno y el papel decididamente más activo que comenzó a jugar. Su apoyo, que pone a disposición de los asambleístas el Congreso y la Policía Federal (cuando se había negado a hacerlo en anteriores ocasiones), aparece como fundamental para garantizar la realización de la asamblea, lo cual expresa el apuro oficial por encontrar una pronta “solución” al conflicto institucional que atraviesa la UBA en vistas al próximo año electoral.


Para hacer frente a tanto, debemos seguir apostando a la construcción de una universidad decididamente pública, autónoma, gratuita y masiva, una universidad que nos sirva como una herramienta más para la necesaria transformación social.


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