Hace 3 décadas y medio, Carlos Mugica era asesinado por la Triple A transformandose en el "martir de los pobres". Su increíble vida y sus enseñanzas siguen vivas en sus seguidores y en la capilla Cristo Obrero, de la Villa 31. Pertenecía al movimiento de los Sacerdotes del Tercer Mundo pero ese es un capítulo aparte. Veamos un poco su vida:
Carlos Mugica nació en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930. Su padre, Adolfo Mugica, fue diputado conservador entre 1938 y 1942; su madre, Carmen Echagüe, pertenecía a una familia de ricos estancieros bonaerenses. Fue el tercero de siete hijos de una familia de clase alta, la cual le brindó todas las comodidades y gustos que estaban al alcance de alguien de su status.
Mugica era un hombre pintón, alto, rubio y de ojos azules. De joven, no se destacó particularmente en el estudio sino en la práctica de deportes, particularmente el fútbol: era un habilidoso número 10. A pesar de que su familia era profundamente antiperonista, simpatizó por Racing, un club ligado a lo popular y al peronismo (después de la construcción del Estadio Juan Domingo Perón durante su presidencia).
Desde 1954 comenzó a trabajar fervientemente junto a los pobres desde la parroquia de Santa Rosa de Lima, en la ciudad de Buenos Aires. Desde entonces comenzó una carrera eclesiástica en la cual se fue alejando de la forma tradicional de predicar que tenía la Iglesia Católica, hasta formar en los 60 el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
Su labor en la villa de Retiro, actualmente conocida como 31 y 31 bis, es recordada hoy día. Mugica se alejaba de la concepción paternalista del sacerdocio. En lugar de defender a los pobres vivía a su lado, predicaba con el ejemplo. En una oportunidad dijo: “antes de hablarle de Dios a una persona que no tiene techo es mejor conseguirle un techo. Es decir que conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios.”
En octubre de 1967 fue asesinado Ernesto Che Guevara y Mugica viajó a Bolivia para reclamar su cuerpo e interesarse por la suerte de los prisioneros del ELN (Ejército de Liberación Nacional). Fue recibido por el Jefe del Ejército pero sin éxito alguno. Unos días después, exactamente el 18 de octubre, fue a Glasgow para presenciar el primer partido de la final Intercontinental: Racing contra el Celtic. En el estadio se encontró con John William Cooke, delegado de Perón quién lo invitó a visitar Cuba, cosa que hizo un tiempo después. Finalmente el 4 de noviembre de ese año, Racing sería campeón del mundo en Montevideo.
De regreso a la Argentina su compromiso se acrecentó aún más y siguió ayudando en la Villa de Retiro. Fue muchas veces señalado como un sacerdote subversivo y tuvo algún acercamiento con Montoneros. Incluso estuvo preso. Él siguió en su labor eclesiástica, sin abandonar su lucha por los pobres. Cuando Perón regresó al país y al gobierno en 1973, Mugica fue asesor ad honorem en el Ministerio de Bienestar Social. Sus peleas con el Ministro José López Rega, lo llevaron a presentar la renuncia.
En el clima de violencia extrema que envolvía la Argentina, Mugica había quedado muy mal parado. Para López Rega era montonero. Para Montoneros había colaborado con López Rega, además de haber criticado reiteradamente a esta organización armada. Para los sectores recalcitrantes del catolicismo era un subversivo. Su asesinato parecía irremediable.
El sábado 11 de mayo del 1974 fue un día nublado y lluvioso, pero sobre todo triste. La Alianza Anticomunista Argentina (Triple A, liderada por Lopez Rega) lo asesinó cobardemente como solían hacer esos asesinos: acribillando arteramente sin dar posibilidad de defensa y huyendo en auto. Fue en Mataderos, al salir de misa. Las últimas palabras del sacerdote fueron: "Ahora más que nunca debemos estar junto al pueblo".
Actualmente el mausoleo del Padre Mugica se encuentra en la capilla Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro.
Carlos Mugica nació en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930. Su padre, Adolfo Mugica, fue diputado conservador entre 1938 y 1942; su madre, Carmen Echagüe, pertenecía a una familia de ricos estancieros bonaerenses. Fue el tercero de siete hijos de una familia de clase alta, la cual le brindó todas las comodidades y gustos que estaban al alcance de alguien de su status.
Mugica era un hombre pintón, alto, rubio y de ojos azules. De joven, no se destacó particularmente en el estudio sino en la práctica de deportes, particularmente el fútbol: era un habilidoso número 10. A pesar de que su familia era profundamente antiperonista, simpatizó por Racing, un club ligado a lo popular y al peronismo (después de la construcción del Estadio Juan Domingo Perón durante su presidencia).
Desde 1954 comenzó a trabajar fervientemente junto a los pobres desde la parroquia de Santa Rosa de Lima, en la ciudad de Buenos Aires. Desde entonces comenzó una carrera eclesiástica en la cual se fue alejando de la forma tradicional de predicar que tenía la Iglesia Católica, hasta formar en los 60 el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
Su labor en la villa de Retiro, actualmente conocida como 31 y 31 bis, es recordada hoy día. Mugica se alejaba de la concepción paternalista del sacerdocio. En lugar de defender a los pobres vivía a su lado, predicaba con el ejemplo. En una oportunidad dijo: “antes de hablarle de Dios a una persona que no tiene techo es mejor conseguirle un techo. Es decir que conseguirle techo a una persona ya es hablarle de Dios.”
En octubre de 1967 fue asesinado Ernesto Che Guevara y Mugica viajó a Bolivia para reclamar su cuerpo e interesarse por la suerte de los prisioneros del ELN (Ejército de Liberación Nacional). Fue recibido por el Jefe del Ejército pero sin éxito alguno. Unos días después, exactamente el 18 de octubre, fue a Glasgow para presenciar el primer partido de la final Intercontinental: Racing contra el Celtic. En el estadio se encontró con John William Cooke, delegado de Perón quién lo invitó a visitar Cuba, cosa que hizo un tiempo después. Finalmente el 4 de noviembre de ese año, Racing sería campeón del mundo en Montevideo.
De regreso a la Argentina su compromiso se acrecentó aún más y siguió ayudando en la Villa de Retiro. Fue muchas veces señalado como un sacerdote subversivo y tuvo algún acercamiento con Montoneros. Incluso estuvo preso. Él siguió en su labor eclesiástica, sin abandonar su lucha por los pobres. Cuando Perón regresó al país y al gobierno en 1973, Mugica fue asesor ad honorem en el Ministerio de Bienestar Social. Sus peleas con el Ministro José López Rega, lo llevaron a presentar la renuncia.
En el clima de violencia extrema que envolvía la Argentina, Mugica había quedado muy mal parado. Para López Rega era montonero. Para Montoneros había colaborado con López Rega, además de haber criticado reiteradamente a esta organización armada. Para los sectores recalcitrantes del catolicismo era un subversivo. Su asesinato parecía irremediable.
El sábado 11 de mayo del 1974 fue un día nublado y lluvioso, pero sobre todo triste. La Alianza Anticomunista Argentina (Triple A, liderada por Lopez Rega) lo asesinó cobardemente como solían hacer esos asesinos: acribillando arteramente sin dar posibilidad de defensa y huyendo en auto. Fue en Mataderos, al salir de misa. Las últimas palabras del sacerdote fueron: "Ahora más que nunca debemos estar junto al pueblo".
Actualmente el mausoleo del Padre Mugica se encuentra en la capilla Cristo Obrero de la Villa 31 de Retiro.
Ariel Caniza
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