“Los políticos hablan pero no dicen,
los votantes votan pero no eligen.” Galeano
Este domingo 28 de Octubre tendrán lugar las elecciones de Presidente de la Nación, junto con las de Senadores (en 7 provincias y en la ciudad) y Diputados. Usualmente se asocia la posibilidad de votar a la existencia de una democracia, me permito dudar de eso y me pregunto ¿qué es la democracia?
Democracia se define como gobierno del pueblo, pero a través de sus representantes. Vivimos en democracia, al menos eso se puede leer en los manuales de historia reciente. Se supone que existe una convivencia social en la que todos los habitantes son libres e iguales ante la Ley y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
Democracia se define como gobierno del pueblo, pero a través de sus representantes. Vivimos en democracia, al menos eso se puede leer en los manuales de historia reciente. Se supone que existe una convivencia social en la que todos los habitantes son libres e iguales ante la Ley y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.
Ahora bien, ¿Todas las democracias son iguales? La respuesta es no, existen grandes matices, grises que marcan las calidades de una democracia. ¿Cuál es la calidad de la nuestra?
Me pregunto si es posible hablar de democracia en un país en el cual el 25 % de la población está por debajo de la línea de pobreza y el 8,2 % [1] (algo así como 3.000.000 de personas) se encuentran por debajo de la línea de indigencia es decir, no pueden ingerir los suficientes alimentos para reponer sus fuerzas, sin eufemismos: sufren hambre.
También me pregunto si es posible hablar de democracia en un país donde ir a votar es entendido por buena parte de la población como una carga, como una perdida de tiempo. Las elecciones no son percibidas como una instancia de elección. Nada más cercano a la verdad.
Me pregunto si se puede hablar de democracia en un país en el cual la posibilidad de informarse con calidad está tan lejana como la chance de Alberto Rodríguez Saa de entrar al ballotage. En Argentina 5 grupos económicos manejan medios de distinta índole: TV abierta y regional, diarios, editoriales, radios, productoras de contenido, distribuidoras de cine, transmisión de datos, señales de cable y sitios de Internet. El grupo Telefónica, Clarín, Vila Uno, Avila y Hadad disponen lo que va a ser consumido por la gran mayoría de los argentinos. Los medios alternativos o alterativos poseen un peso relativamente escaso en comparación con los monstruos multimediáticos.
Me pregunto si es posible hablar de democracia, teniendo en cuenta que el sistema está basado en partidos políticos[2] que están (siendo generosos con ellos) en crisis terminal. El Radicalismo no se presentó en la elección a Jefe de Gobierno después de casi 100 años llegando siempre a la cita, dicho sea de paso, ¿alguien sabe cuál es el candidato radical a presidente?; el peronismo se presenta partido en mil expresiones de cosas totalmente distintas. ¿Alguien sigue votando partidos? ¿A quién representan los partidos?
Me pregunto si es posible hablar de democracia cuándo para la mayoría de la población no existen formas de participación más allá del voto. ¿Es realista creer en un sistema en el cual invertimos 5 minutos de cola y 10 minutos de caminata cada dos años? ¿Qué cosa funciona si le invertimos 15 minutos cada dos años?
Me pregunto si es posible hablar de democracia en un país en el cual el 25 % de la población está por debajo de la línea de pobreza y el 8,2 % [1] (algo así como 3.000.000 de personas) se encuentran por debajo de la línea de indigencia es decir, no pueden ingerir los suficientes alimentos para reponer sus fuerzas, sin eufemismos: sufren hambre.
También me pregunto si es posible hablar de democracia en un país donde ir a votar es entendido por buena parte de la población como una carga, como una perdida de tiempo. Las elecciones no son percibidas como una instancia de elección. Nada más cercano a la verdad.
Me pregunto si se puede hablar de democracia en un país en el cual la posibilidad de informarse con calidad está tan lejana como la chance de Alberto Rodríguez Saa de entrar al ballotage. En Argentina 5 grupos económicos manejan medios de distinta índole: TV abierta y regional, diarios, editoriales, radios, productoras de contenido, distribuidoras de cine, transmisión de datos, señales de cable y sitios de Internet. El grupo Telefónica, Clarín, Vila Uno, Avila y Hadad disponen lo que va a ser consumido por la gran mayoría de los argentinos. Los medios alternativos o alterativos poseen un peso relativamente escaso en comparación con los monstruos multimediáticos.
Me pregunto si es posible hablar de democracia, teniendo en cuenta que el sistema está basado en partidos políticos[2] que están (siendo generosos con ellos) en crisis terminal. El Radicalismo no se presentó en la elección a Jefe de Gobierno después de casi 100 años llegando siempre a la cita, dicho sea de paso, ¿alguien sabe cuál es el candidato radical a presidente?; el peronismo se presenta partido en mil expresiones de cosas totalmente distintas. ¿Alguien sigue votando partidos? ¿A quién representan los partidos?
Me pregunto si es posible hablar de democracia cuándo para la mayoría de la población no existen formas de participación más allá del voto. ¿Es realista creer en un sistema en el cual invertimos 5 minutos de cola y 10 minutos de caminata cada dos años? ¿Qué cosa funciona si le invertimos 15 minutos cada dos años?
Me respondo que la democracia requiere de una ciudadanía despierta, informada, activa. Para que no sea una farsa, una democracia tiene que ser menos representativa y más participativa, más horizontal y menos vertical. Los distintos sectores de la sociedad deben tener vías de participación. No se tiene que escindir política de la vida cotidiana. La reforma de la Constitución Nacional de 1994, además del temita de la reelección, fue supuestamente por esos caminos: se atacó el presidencialismo, se estableció la posibilidad de una Consulta Popular (vinculante si la convoca el Poder Legislativo) y la junta de firmas que podría obligar a tratar algún proyecto de ley en el Parlamento. Realmente poco cambió, estas modificaciones no fueron suficientes para lograr una democracia más participativa, objetivo por el que, sin duda, Alfonsín y Menem habían velado en el contexto del Pacto de Olivos.
Desde luego considero que votar es importante, sin embargo creeo que el voto es condición necesaria pero no suficiente para poder decir que estamos en democracia. No existe democracia política sin igualdad económica, sin participación ciudadana, sin educación para todos, sin democracia informativa. Solo existe una democracia formal, un envoltorio lindo para tapar la verdad: la sociedad argentina no está gobernada por ella misma, sino por una casta política que no responde precisamente a la ciudadanía, sino a sectores minonitarios de la sociedad (sin eufemismos: al capital concentrado).
Mientras la fuerza que gobierna el país nos dice que “Cristina, Cobos y vos” ( me pregunto: ¿”vos” soy yo?, ¿quién diablos es “vos”?) van a “profundizar el cambio”, mientras las propagandas para participar como autoridad de mesa nos dicen con tono solemne que “el que vota decide” o que ser parte de la mesa electoral “fortalece la democracia”, nosotros nos preguntamos hasta qué punto es cierto que decidimos, hasta qué punto queremos fortalecer esta “democracia”, su “democracia”.
Ariel Caniza